La cajita de cristal
que funciona como hogar
para la bailarina
se cayó hoy.
El ruido del impacto
me trasladó
a todos los golpes recibidos
productos del desamor.
Me siento
junto a las infinitas partes rotas
viendo cómo intentan
hacer un mapa
en el suelo de la habitación.
En eso
un soplo de libertad
me llama desde la ventana.
Me asomo,
miro el paisaje.
Me convenzo,
la bailarina
ya puede
empezar a danzar
en otro escenario
mayor
que cuatro paredes.